Mi camino

Fueron las ilustraciones de los primeros cuentos, la magia de las cajas de lápices de colores, los sacapuntas que los devoraban para nuestra desesperación, que ya nos marcaban una y otra vez, sin advertirlo, la temporalidad de las cosas. Tal vez, también la sensación de infinitud de la etiqueta de un bote de leche condensada que representaba, dibujada en, blanco y azul, una mujer que llevaba un recipiente dentro del cual otra mujer contenía otro recipiente, una vez y otra y otra… aquello era fascinante. Estas sensaciones primeras, de las imágenes, los colores, los dibujos, y el poder que sentíamos al expresarnos creando los mundos maravillosos, que habitábamos fácilmente. Tal vez, aquella niña sea la responsable, de la libertad con la que me expreso, pintando o dibujando, porque nunca me ha abandonado.

Nunca he estado demasiado condicionada por la aprobación, aunque me haya sentido reconocida en mi etapa de aprendizaje académico; inicialmente en Fomento de las Artes FAE. Después, ingresé en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde tuve grandes Maestros, pero he de reconocer, que esas etapas, no supusieron para mí la experiencia de la creatividad. Eso vino más tarde, eso estaba más dentro.

Hablo desde mí y puedo afirmar, que el impulso hacia el lienzo en blanco que espera, ha sido generado por el grado de conexión emocional, lo cual descarta propuestas mentales previas. Demasiados dogmas, conceptos, militancias de algún tipo, o alguna forma de sometimiento, no es lo que me define.

Es lo que decía al principio; libertad. Porque lo gestual, lo cromático, los vacíos, las formas, proceden de esa visión esencial y desacondicionada del niño.

Esta ha sido una forma de presentarme muy subjetiva, pero es así como entiendo mi camino. Mi creación.